No hay nada más triste que las águilas, cauttivas detrás de las barras de su jaula de hierro: sus ojos han perdido brillo, sus alas ya no se abren como largos y majestuosos abanicos, venciendo los aires y el espacio, sino que colgadas y sucias barren tristemente el suelo. Tal los hombres encerrados en la terrible jaula de sus propios vicios: viven tristemente la larga agonía de su muerte en vida.
Francisco Struck.
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